Mi carrera TI al diván: ¿cómo decidir hacia dónde ir?

La tecnología promete trabajos disruptivos, salarios soñados, proyectos desafiantes, posibilidad de trabajar desde-cualquier-lado y más. Pero hacerse un camino profesional en este campo no es tan color de rosas. 

Existen alrededor del doble de oportunidades laborales que de profesionales TI. Esto hace que su horizonte sea más amplio comparado con otros trabajadores y alimente muchas dudas: 

• ¿Firmar un contrato por proyecto o permanente con una empresa o trabajar como freelance?  
• ¿Escuchar ofertas de empresas de producto o de servicio?  
• ¿Hacer carrera en una software factory, especializarse en una tecnología o rotar según intereses personales?  
• ¿Qué carrera elegir? ¿Qué pasa si todavía no quiero/puedo definirlo? 

Estas son algunas de las preguntas que pasan por la cabeza de todo tipo de perfiles, desde programadores y arquitectos de software hasta product owners y diseñadores UX/IU.  A su vez, la alta demanda de profesionales ha ayudado a construir en el imaginario que ‘siempre habrá alguien dispuesto a contratarnos aun sin tener armado un CV’ y, si bien puede ocurrir en ocasiones, esta idea puede inhibir la construcción de carrera y potenciar el desafío de corto plazo. 

Por esto, recopilamos testimonios de consultores especializados y profesionales de tecnología para ayudarte a pensar hacia dónde te gustaría que fuera tu carrera y puedas, también, disfrutar el momento en el que te encuentras. Una alternativa no es mejor que otra, todo depende de tus intereses y preferencias.

Así se trabaja en una software factory

En América Latina, la mayoría de las empresas de servicios de tecnología son software factories y ofrecen servicios a clientes internacionales. Básicamente desarrollan sistemas, webs y aplicaciones para terceros, pero esto no excluye que creen productos propios. Es decir, hay algunas empresas que además de hacer software para sus clientes, crean y comercializan sus propios productos digitales. 

Además de la ventaja de contar con salarios competitivos, se encuentran: 

• Posibilidad de trabajar en proyectos variados. De esta manera, hay más oportunidades de aprender distintas tecnologías, trabajar con clientes ubicados en el extranjero que forman parte de distintas industrias con productos que resuelven necesidades de todo tipo y con presupuestos y objetivos específicos.  
• La gama de tecnologías es más amplia que en las empresas de producto. Por ejemplo, por cuestiones de negocio o del cliente, la infraestructura puede estar en AWS en uno y en otro en Azure. Esto difícilmente se da en una compañía de producto ya que suelen contratar una misma tecnología para manejar la suite completa. Por otro lado, es muy común que los Sr. guíen y enseñen a los Jr., por lo cual representa una excelente oportunidad para aprender (y enseñar).  
• Se suele trabajar por células, por lo que la habilidad de trabajo en equipo es clave, ya que están más enfocadas en el desempeño de los equipos y no tanto en los esfuerzos individuales. Esto a su vez permite tener un mayor control, ya que todo se resuelve entre los miembros del grupo y no se depende tanto de otras áreas. A su vez, la gestión del tiempo es esencial, así como también el uso de metodologías ágiles.  
• La interacción con clientes externos, descubrir sus requerimientos y el impacto generado es muy satisfactorio para muchos profesionales, especialmente para aquellos que disfrutan desplegar su creatividad y capacidad de innovación, ya que existen más probabilidades de empezar proyectos nuevos y diversos desde cero que en las empresas de producto.

¿Cómo es trabajar en una empresa de producto?

Las empresas de producto (Product-Based Company) son las que se dedican exclusivamente a productos digitales y que necesitan un equipo de desarrolladores para crearlos y comercializarlos. Por ejemplo, Salesforce y Microsoft. Estas empresas se destacan por su:  

• Flexibilidad. Al estar orientadas a resultados, la modalidad de trabajo suele ser más flexible. 
• Especialización. Aquí depende de los intereses de cada uno. Para algunas personas, poder profundizar en alguna tecnología puede resultar rutinario. Sin embargo, este aprendizaje más focalizado no solo en la especialidad sino en la industria no quita la posibilidad de cambiarse a otras áreas de la empresa. 
• Interdependencia. El trabajo colaborativo con toda la organización genera más tareas de interoperabilidad, como automatismos para marketing, generación y gestión de leads, integraciones con ventas y finanzas, SEO, soporte técnico y diseño, entre otras que prácticamente no existen cuando se trabaja en un equipo de desarrollo para un cliente externo.   
• Entornos más ágiles. Si te gusta la adrenalina, quizás es lo tuyo. Los bugs se tienen que resolver inmediatamente para que los clientes puedan seguir utilizando el producto. Esta velocidad, a su vez, en algunos casos se traduce en dejar de hacer las cosas “perfectas para el desarrollador” y ofrecer algo útil al cliente. 
• Presión de la competencia. “El que llega primero tiene ventajas”, se dice. Esta carrera no solo hace que se aceleren las decisiones, sino que también se puedan asegurar features que aún no se tienen. Los equipos de ventas y marketing a veces se adelantan y acaban comunicando o ‘vendiendo’ funcionalidades que todavía el equipo de desarrollo no ha terminado de implementar. 

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